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[Fic] [Samurai X/UA] La sucesora. primer capitulo.

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La sucesora.

Primer capítulo: La jaula de oro mallugada.

- ¡Kaoru-san! Te lo he dicho mil veces, tu deber como aprendiza es…

- … "Solo quedarme sentada, callada y únicamente haciendo lo que me piden que haga, como una muñeca. Aun no estás preparada para entretener a los hombres" Me lo has dicho muchas veces, Tomoe-nee. Pero simplemente no puedo, no puedo quedarme callada cuando hablan de cosas tan obscenas como…

- ¡Pues deberás aprender a aceptarlas! Ese tipo de cosas es normal en las fiestas informales, Kaoru-san. Eres muy inteligente, y bastante hermosa, pero si no aprendes a usar tu inteligencia y tu belleza a tu favor, nunca podrás ser una Geisha de alta categoría.

Kaoru hizo un gesto de exasperación mientras miraba de nuevo el suelo, asegurándose de estar pisando bien y que no se caería. Ella usaba unos okobo*, las sandalias que toda aprendiza de Geisha debe usar antes de volverse una Geisha oficial, y eran muy altos y difíciles de usar en la mayoría de las veces, a pesar de que con el tiempo se acostumbraban, seguía siendo difícil. Eran tan grandes que incluso, con sus 15 años llegaba a la altura de Tomoe, de 19.

Tomoe era una Geisha de alto prestigio, a pesar de su juventud. Vivía en la Okiya* Yukishiro, y era la "hija" de la dueña de dicha Okiya, no solo por ser hermosa, sino porque era una de las geishas más afamadas del distrito Gion*, tanto que se decía que era buscada tanto por los que estaban a favor del Shogunato, como los que deseaban acabar con él, quizás por ello Tomoe se había negado a tener un Danna*, no solo porque sus ganancias eran más que suficientes para la Okiya en la cual vivía,  sino porque también perdería una gran cantidad de clientes al aceptar un Danna que pertenecía al otro 'bando', a pesar de ser Gion considerado un distrito neutral, por lo menos dentro de las casas de té.

Afuera en sus calles, de noche, siempre era un lugar peligroso, incluso para las Geishas, aunque a estas siempre se le daba un trato especial, y si se daban la vuelta y se acuclillaban de tal forma que quedaban en posición fetal mientras asesinaban a alguien, no había necesidad de ejecutarlas ¿Para qué? Era de noche, y ellas se habían encargado de no mirar al Hitokiri*, o al miembro del Shinsengumi*, quienes eran los que principalmente se encargaban de hacer esa clase de desagradables trabajos.

Ensimismada como estaba Kaoru en sus pensamientos, casi se cae cuando Tomoe la tomó del brazo, impidiendo que siguiera caminando, pero ni siquiera pudo quejarse al ver a un hombre que sin lugar a duda era del Shinsengumi, cosa fácil de saber por su vestimenta. Estaba en frente de ellas, mirándolas, y no parecía tener ningún otro objetivo visible, y por la forma en la cual Tomoe le apretó el brazo, se dio cuenta de que solo las estaban buscando a ellas.

- Debiste haberte puesto del lado del Shogunato, Tomoe –Susurró roncamente el hombre, Kaoru vio como la chica perdía todo el color del rostro, para luego lanzarla hacia atrás y haciéndola caer al suelo, antes de ponerse delante de la menor.

- ¿T-Tomoe-nee? –Llamó tentativamente Kaoru, tratando de levantarse, pero la mujer extendió el brazo, como haciéndole entender que no se moviera.

- Quédate donde estas, Kaoru-san –Ordenó ella, a lo que el hombre rió con suavidad, y Kaoru pudo escuchar el sonido de la katana siendo desenvainada. Abrió mucho sus ojos azules, sintiendo que el labio inferior le temblaba, esperando que lo que iba a suceder no fuese lo que ella pensaba.

- ¡Este es tu castigo por estar a favor de los que piensan que tienen derecho a hacer su revolución! –Y dicho esto, atravesó a Tomoe con su espada.

Kaoru nunca había escuchado el sonido de la piel desgarrándose por una espada, ni siquiera cuando, a su llegada a la Okiya se había desempeñado como ayudante de la cocinera y esta le explicaba cómo hacer los cortes a la carne, cosa a la que realmente no le prestó mucha atención, pero ahora… ahora… El sonido se impregnó en sus oídos, la envolvió y se repitió constantemente, mientras que algo caliente y húmedo manchaba su rostro y kimono, dándose cuenta solo cuando sintió el peso de Tomoe que había sido la sangre de ella, herida de muerte en el pecho.

Y todo olía a sangre, tenía el rostro  manchado de sangre, las manos, la ropa. El kimono de Tomoe se estaba estropeando con el líquido carmesí que salía sin control de la herida de su pecho.

- K-Kaoru… -Y solo fue cuando escuchó la voz de Tomoe, que ella salió de su ensoñación- C-corre, Dejame aquí… huye… -La menor negó, mientras tomaba la mano de la otra, con los ojos llenos de lagrimas.

- ¡No voy a dejarte aquí sola, Tomoe-nee! –Sollozó ella, viendo como la respiración de la mujer se hacía cada vez más irregular, y Kaoru estuvo segura de que ella iba a morir.

- No te preocupes, niñita –Kaoru levantó la mirada y observó al hombre, cuya katana estaba manchada con la sangre de Tomoe- ¿Eres su hermana menor, no es así? No dejaré que ella se vaya sola al infierno, tú la acompañaras… -El hombre levantó la katana, mientras ella le miraba con los ojos muy abiertos, sin moverse, quizás incapaz de hacerlo, temblando de pies a cabeza, manchada de sangre, infestada con el olor a sangre, el olor a muerte.

La katana empezó a caer y ella tuvo un patético pensamiento poético ¿Cómo sería morir? ¿Acaso sentiría dolor, o moriría automáticamente? Mas sangre manchó su rostro, y supuso que ella iba a morir, pero nada dolía ¿Por qué?  Cerró y abrió los ojos, solo para ver al asesino caer al suelo, con una profunda herida que cruzaba casi todo su torso, y detrás de él… detrás de él…

Estaba Battousai.

Battousai era uno de los Hitokiri más temidos de todos, rápido, habilidoso con la espada y realmente mortal. El simple hecho de hacerle una herida era suficiente como para que fuese recordado como una gran hazaña, sobrevivir a él, era convertirse en leyenda entre sus conocidos, o por lo menos eso había escuchado en las conversaciones en las fiestas informales, los sobrevivientes solían decir que era un chico, bastante menudo, de cabello largo y rojo, con una cicatriz en la mejilla y una mirada terrible, de color dorada, la mirada de un asesino.

Siempre había tratado de imaginárselo, en los momentos en los que estaba en silencio en alguna fiesta y solo debía observar, pero la idea de que una persona de poca altura, sin mucha musculatura fuera uno de los mejores espadachines que había en esa época, se le hacía un poco imposible en su mente, hasta ahora.

El asesino de Tomoe seguía vivo, y trataba de arrastrarse hacia su espada, pero de un movimiento tan fluido que Kaoru no pudo verlo, Battousai se colocó al lado del hombre y clavó su espada en el cuello de él, haciendo que más sangre salpicara el suelo y matándolo por fin, aunque eso no fue lo más terrible, sino el hecho de que el hombre hizo un gorjeo desagradable, como si tratase de gritar o decir algo pero le fuese completamente imposible por la espada atravesando su cuello. Fue un sonido tan terrible que ella estuvo segura que le acompañaría durante muchas noches, en sus pesadillas.

Si es que iba a seguir viviendo, en especial porque luego de limpiar su espada y de guardarla en su vaina, el Hitokiri la miró con sus terribles ojos dorados, los ojos de un asesino, fríos como el hielo y sin un deje de compasión, o de algún otro sentimiento ¿Acaso pensaba matarla a ella también?

- K-Kaoru-san… -Susurró Tomoe, y Kaoru miró los oscuros ojos de quien fue su hermana mayor en su entrenamiento como Geisha, inclinándose hacia ella para escuchar mejor los murmullos de la chica- E-En mi obi* h-hay unos p-papeles, t-tómalos y v-vete –Luego, le sonrió y acarició la mejilla, aunque esto solo la manchó mas de sangre- S-Se que serás u-una gran G-Geisha… H-hazme sentir orgullosa…

- T-Tomoe-nee… -Sollozó, mientras metía la mano dentro del obi de Tomoe, y sacaba los papeles disimuladamente, apretándolos en su mano. Tomoe pareció darse cuenta, porque cuando Kaoru los retiró por fin, sonrió suavemente y cerró los ojos… para siempre- ¿T-Tomoe-nee? ¡¿Tomoe?! ¡N-No! ¡Despierta, Tomoe! ¡No te mueras! –Rogó, abrazando el cuerpo inerte de la geisha, sollozando con tanta fuerza que todo su cuerpo temblaba- No te mueras… no me dejes sola, Tomoe… -Pidió, olvidando por un momento al hombre frente a ella.

- Está muerta, y si no te vas pronto, llegaran mas de esos tipos y tu también te vas a morir –Dijo fríamente Battousai, mirándola con indiferencia. Kaoru lo miró, con sus ojos brillantes por las lágrimas, empalidecidos por la luz y la misma humedad, viéndose de un azul más claro de lo normal.

La combinación entre negro, blanco, rojo y color piel, fascinó momentáneamente al Hitokiri, el cual la miró fijamente por unos momentos, teniendo la extraña certeza, un convencimiento burdo e irrealista de que ese era el rostro de la vida, el rostro de algo puro que trataba de ser manchado, pero que, por alguna razón, no podía ser mancillado, o por lo menos, no por el momento.

La idea de que su alma fuera mancillada le provocó un extraño e inexplicable mareo, y teniendo un extraño arrojo de deseo por protegerla, jaló el cadáver de Tomoe por el brazo y la alejó de Kaoru, la cual soltó un chillido, pero luego, como entendiendo las acciones del pelirrojo, se levantó con dificultad, con sus piernas temblando, y sin sus sandalias, antes de levantar un poco las faldas del kimono y empezar a correr lejos de allí, a dirección de su Okiya.

Battousai la vio irse, antes de volver su mirada al cadáver de Tomoe, entrecerrando los ojos al darse cuenta de algo.

- Tenias pensado que ella fuese tu sucesora ¿No es así? –Murmuró, antes de montarse el cadáver en el hombro y desaparecer entre las sombras, dejando solo al hombre en el suelo. Ya luego lo encontrarían.

//La sucesora.//

Tsubame tenía los ojos medio cerrados cuando escuchó el sonido de la puerta abriéndose. Era una de las chicas más jóvenes que habían llegado a la Okiya, por lo que su deber era esperar que las Geishas despiertas, por si necesitaban algo cuando llegaran, como comida o bebida, después de todo, ellas eran especialmente consentidas por todo el trabajo que hacían. Por los colores brillantes del kimono, Tsubame supo que quien había llegado era Kaoru, por lo que sonrió con suavidad, ya que la chica le caía muy bien.

La puerta se abrió por completo y su sonrisa se congeló al ver el kimono completamente manchado de sangre de la chica, su maquillaje blanco escurrido por las lagrimas y por mas sangre y su perfecto peinado estaba algo estropeado.

- ¡¿KAORU-SAN?! –Chilló, y la dueña de la Okiya, Kamiya-sama, la cual ordenaba a todas las mujeres que le llamaran Oka-san*, abrió la puerta de su habitación, que era la que estaba más cerca a la puerta.

- ¿Qué escándalos son…? Oh… dios mío… -Tartamudeó la mujer, llevándose una mano a la boca por el horror, mientras Kaoru se quedó de pie junto a la puerta, con la mirada gacha, antes de empezar a llorar, dejándose caer al suelo, tapándose el rostro.

- L-la mataron… Oka-san, la mataron frente a mí… T-Tomoe-nee está muerta… -Explicó, mientras más personas se despertaban por el chillido que soltó Tsubame ante la revelación. En la Okiya Kamiya solo había dos Geishas, una de ellas aun no había llegado y la otra, Megumi, tenía una media hora de haberlo hecho, y dos aprendizas, siendo una de ellas Kaoru y la otra Misao, la cual  había estado durmiendo profundamente hasta hace unos minutos. Sin contar a las mujeres que se encargaban del aseo y la comida, había casi nueve personas en esa casa, todas arremolinadas en la puerta, observando a la aprendiza con sus ropas llenas de sangre y en un estado de profunda turbación.

- ¡Kaoru! –Soltó Megumi, la cual se acercó a ella, y apenas la sujetó, el peso muerto del cuerpo de la aprendiza cayó hacia ella, y la Geisha supo que la chica se había desmayado. Miró a Kamiya-sama con una expresión de terror- ¡Llame a un doctor, por favor, Oka-san! –Rogó a la mujer, que pareció reaccionar y mandó a una mujer a buscar a un doctor a esas horas de la noche.

Megumi observó que Kaoru tenía en la mano unos papeles fuertemente sujetados y entrecerró los ojos ¿Qué era eso? Le quitó los papeles con cuidado y los escondió dentro de su Yukata, manteniéndolos protegidos de la vista de los demás, sabiendo que esos papeles eran importantes para la aprendiza, aunque no supiese porque.

- ¿La Okiya Yukishiro sabrá de esto? –Se escuchó hablar a una de las criadas, con un gesto de preocupación- Tienen otra Geisha además de Tomoe-san, pero era ella la que llevaba muchísimo dinero a la Okiya, su muerte…

- ¡Su muerte es más lamentable por la pérdida de una gran Geisha y persona, que por la pérdida de una ganancia monetaria! –Saltó Misao, mirando a las mujeres de mala manera- Tomoe-san fue una gran Geisha que aceptó a Kaoru como su hermana menor luego de que Megumi-san quedase demasiado saturada de trabajo como para encargarse de entrenar como era debido a Kaoru –Acotó, mirando con rabia a las criadas que habían estado cuchicheando, haciendo que estas se sintieran avergonzadas.

La otra criada, la que había salido a buscar el doctor volvió, profundamente pálida junto con el doctor Genzai, un hombre ya algo mayor pero con incansable energía, que se veía tan pálido como la criada.

- C-Camino aquí nos encontramos con un cadáver… -Explicó la mujer, sabiendo que todos querían entender la razón de su palidez- Del Shinsengumi…

- ¿Es posible que haya tenido algo que ver con el asesinato de Tomoe-san? –Preguntó Kamiya-sama, con los ojos entrecerrados.

- N-No lo sabemos… -Tartamudeó la chica- Pero dicen que Battousai estuvo por allí. Hay personas que dicen que… se llevó el cadáver de Tomoe-san.

- ¿Por qué querría llevarse su cadáver? –Preguntó Misao, sorprendida, mientras el doctor Genzai examinaba a Kaoru, luego de que la llevaran a una habitación.

- Bueno… -Empezó Kamiya-sama, pensativa- Cierra la puerta de la entrada, Tsubame, y vete a dormir. Nosotras nos quedaremos despiertas y recibiremos a Shura ¿Entendido? –La chica, temblorosa, asintió y se marchó tambaleante a su habitación, y no fue sino hasta que la mujer se aseguró que estaba lejos que empezó a hablar de nuevo- Se dice que Tomoe-san era una espía para los revolucionarios. Como los de ambos bandos pedían su compañía, podía sacarles información luego de una gran cantidad de sake… Tal parece que se enteraron y decidieron… bien… eliminarla.

Misao y Megumi se miraron, obviamente temerosas de la información. No solo Tomoe había roto la regla de la imparcialidad de las Geishas, sino que también había puesto en peligro la vida de Kaoru y la había dejado a la deriva en su entrenamiento, algo completamente irresponsable para una mujer tan importante como ella. Kamiya-sama suspiró y mandó a las criadas a encargarse del kimono de Kaoru, esperando poder salvarlo, mientras tenía pensamientos muy pesimistas.

Esto definitivamente era el inicio de algo, y no era algo muy bonito, y al parecer, Kaoru iba a estar en el ojo de la tormenta.

//La sucesora.//

Battousai se escabulló con cuidado por una disimulada entrada en lo que parecía una hospedaría, aun cargando el cadáver de Tomoe en su hombro. Era de noche y pocas personas estaban despiertas en ese momento, por lo que su entrada no fue demasiado llamativa para nadie, tampoco su traslado al jardín, donde su jefe, Katsura-san, se encontraba sentado junto a una Geisha del distrito Pontoncho cuyo nombre no recordaba. La mujer soltó un gritito cuando el pelirrojo dejó el cadáver de la mujer en el suelo, observando como Katsura-san entrecerraba los ojos.

- Debí haber sido más rápido al ordenarte que fueras a buscarla. Es una verdadera lástima su fallecimiento, Tomoe-san era quizás la mejor espía que teníamos –Comentó el hombre con pesar, con los ojos entrecerrados- Ademas, era tan joven…

- Había alguien más con ella… su aprendiza –Comentó Battousai de nuevo- Maté al hombre antes de que la matara a ella, y le dije que se fuera, ya que usted no me comunicó que debía hacer si alguien mas estaba involucrado, no creí conveniente traerla conmigo.

- Y elegiste bien, Himura-san. Tomoe-san era una mujer discreta, dudo que hubiese informado a alguna de sus aprendizas algo de lo que había estado haciendo, aunque lamento mucho el trauma que debió ser para la pequeña ver la muerte de Tomoe-san ¿No sabes cómo se llama? –Preguntó, mirando al espadachín, el cual negó con la cabeza- Es una lástima… Bien, llama a Makoto-san, él se encargará de llevar el cadáver a la Okiya Yukishiro, la excusa de su fallecimiento ya esta creada –Battousai asintió con suavidad, empezando a caminar hacia dentro del edificio de nuevo, pero en medio camino se detuvo y miró a su jefe.

- No sé cómo se llama pero… ella tenía los ojos azules –Sin acotar nada más, hizo un leve movimiento de cabeza y entró, dejando solo a Katsura con su Geisha, la cual hacía lo posible para no mirar el cadáver de Tomoe, pero en cierta forma, ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas, excepto a una.

- Battousai se fijó en el color de ojos de una persona… -Comentó de pronto, y Katsura-san la miró, terminando por sonreir al darse cuenta de que era verdad.

- Es cierto… es la primera vez que eso sucede. Cuando conoció a Tomoe-san, tuvimos que recordarle varias veces como era… parece como si no quisiera recordar la apariencia de las personas por demasiado tiempo, como si supiera que tarde o temprano van a  morir… El que sepa el color de ojos de esa jovencita… bien, ha de significar algo importante.

Ignorante a esto, Himura caminaba lentamente hacia la habitación en la que se quedaba Makoto Shishio, algo mosqueado al ser el que estuviese encargado de darle la orden a ese hombre, o a cualquiera, pero entendía que era demasiado tarde y había pocas personas despiertas o en la hospedaría, después de todo, muchos hombres no escatimaban al momento de marcharse a una casa de té a pasar un rato con Geishas, algunos volviendo al día siguiente comentando como habían logrado tener algo intimo con una Geisha de identidad desconocida. Se detuvo frente a la puerta de la habitación del hombre, viendo la luz del cuarto encendida.

- Está muerta, entras en escena –Fueron sus únicas palabras, antes de alejarse de la puerta y empezar a caminar a su habitación, encerrándose en esta  poco después, observando que habían encendido una pequeña lámpara, y el futon desplegado perfectamente en el suelo. Suspiró, preguntándose por cuánto tiempo iban a seguir insistiendo que durmiera en ese lugar. Dejó su Wakazashi* junto al lugar que usaba para dormir, sentándose en dicho lugar y sacado la katana de su cinturón y colocándola de esa forma tan normal que usaba para dormir.

Pero no se quedó dormido, principalmente porque cada vez que cerraba los ojos, el recuerdo de los enormes ojos azules de esa aprendiza de Geisha volvía a su mente. Shishio se estaba moviendo, según escuchaba sus pasos, pero no se movió ni un ápice, pensando en esa chiquilla, pensando además lo diferente que era a Tomoe, ya que después de todo se encontró con la Geisha más de una vez, aunque debido a que aun no era visto por la sociedad japonesa como un 'hombre' no podía entrar a las casas de té, pero sospechaba que Katsura-san esperaba con ansias su próximo cumpleaños, momento en el cual por fin podría asistir a una de esas fiestas.

Aburrido, pensó, mientras miraba a la ventana, observando el oscuro cielo y sus estrellas, las constelaciones que formaba, pensando de forma distraída si podría volver a ver a esa chica de nuevo, aunque lo dudaba, después de todo, él era un asesino y ella era una próxima Geisha, esa era una mala, muy mala combinación.

Aunque él fuera un asesino que quería dejar de matar.

//La sucesora.//

Cuando despertó, ya el sol estaba bien alto en el cielo y Kaoru no tuvo que pensar mucho para darse cuenta de que esa no era la hora en la que se despertaba. Con los ojos muy abiertos, se incorporó de golpe, mirando alrededor, notando que estaba en la habitación de aprendiza que compartía con Misao, aunque el futon de Misao estaba pulcramente doblado en una esquina, lo que significaba que Tsubame ya había pasado por allí a limpiar.

¿Cómo era que se había despertado tan temprano? ¿Qué había pasado anoche? No recordaba haberse acostado… De pronto, las memorias de la noche anterior golpearon su mente, haciéndola sentirse mareada, adolorida y asustada ¡Tomoe-nee!

Se encogió en sí misma, abrazando sus piernas y sollozando levemente, mientras analizaba lo que había sucedido y le inspiraba un extraño e inexplicable acceso de rabia ¡Las Geishas estaban fuera de esa guerra! Solo entretenían, sin ver bando o nada parecido, lo único que importaba era que ellos estuviesen dispuestos a pagar sus honorarios, solo eso, ellas no tenían derecho a opinar políticamente, no habían sido educadas para eso, solo eran… pájaros, pájaros en jaulas de oro, de las cuales no debían salir jamás, o por lo menos no forzar su salida. Una Geisha debía entender eso para poder vivir bien y sin ningún problema por el resto de su vida útil.

Luego de pensar eso, parpadeó, sintiéndose hipócrita. Ella había luchado contra esos ideales, ellas no eran muñecas a la disposición de hombres, había dicho alguna vez, ellas eran mujeres que se esforzaban por crear un mundo de atractivas intrigas, intrigas que llamaran la atención de cada vez más hombres, intrigas en cada parte de su cuerpo, al punto de der capaz de dejar sin habla a un hombre solo con una mirada.

Se dejó caer de nuevo en el futon, sintiéndose cansada y dándose cuenta de que, curiosamente, estaba pregonando en su mente todo lo que ella había jurado que no iba a ser, la razón por la cual era tan mala Geisha, o más bien aprendiza de Geisha, ya que se negaba a ser parcial, se negaba a aceptar toda clase de comentarios ofensivos por parte de los hombres y más aun se negaba a ser 'una muñeca de amor'

Porque una Geisha,  más que una artista, era una muñeca, una muñeca educada para crear deseo en un hombre, un deseo platónico de algo que jamás podrás tocar, un deseo inalcanzable que hacía que muchos gastaran generosas sumas de dinero en verlas día a día, aunque fuera solo hablar, bailar, o tocar algún instrumento.

- ¡Ya despertaste, Kaoru! –La mirada de la chica se dirigió a la puerta y se encontró con Misao, la cual tenía la cara curiosamente roja. Sonrió, sabiendo que era porque se había hecho de nuevo el peinado.

- ¿Despertaste llena de harina, Misao? –Preguntó juguetonamente, haciendo que la otra chica se sonrojara.

Misao era una aprendiza menor que ella, que había tenido la suerte de terminar siendo educada por Megumi, una de las Geishas de la casa, y aunque debido a las predicciones, ningún 'Megu' era beneficioso para la chica, habían podido encontrarle por lo menos un nombre que iniciara por M, Misao. Todas las Geishas cambiaban de nombre desde el mismo momento que se volvían aprendizas, tomando normalmente un nombre parecido al de su hermana mayor, aunque no siempre sucedía, como le pasaba a ella, y a Misao.

- ¡No vine acá para hablar de eso! –Vociferó Misao, sentándose frente a ella rápidamente, luego de cerrar la puerta del cuarto- ¡Todas estábamos muy preocupadas por ti, Kaoru! La muerte de… Tomoe-san ya ha sido confirmada, alguien la dejó en su Okiya, y Yukishiro-sama vino acá, deseando con todo su corazón que tú no hubieses resultado también muerta en ese… accidente.

- No fue un accidente, Misao… -Susurró, pero su garganta se cerró antes de poder continuar contándolo, y las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas. Misao, conmovida, la envolvió en sus brazos con suavidad, acariciándole la espalda en leves círculos.

- Shhh, no te angusties, Kaoru. Yukishiro-sama dijo que el asesinato de Tomoe fue algo pasional, no un accidente. Tomoe tenía demasiados admiradores y era normal que uno de ellos se desbocara…

- ¡No! No, Misao, a Tomoe-nee no la asesinaron por eso… Ella… Ella… -Se inclinó más hacia ella, tratando de dar confidencialidad- Ella parece que… estaba involucrada con los revolucionarios… de los Ishin Shinshi* -Los ojos de Misao se abrieron mucho al escuchar esas palabras, mientras se llevaba una mano a la boca, con obvia sorpresa.

- No puede ser… S-Se supone que las Geishas somos completamente neutrales, n-no debemos involucrarnos con ese tipo de cosas…

- ¡Lo sé! Pero el hombre que la atacó… él…

- Era del Shinsengumi…

- ¿C-Como lo sabes? –Preguntó Kaoru, sorprendida.

- Cuando Matsuri-san fue a buscar al doctor Genzai para que te examinara, se encontraron con el cadáver del hombre, llevaba el traje de un miembro del Shinsengumi –Kaoru entrecerró los ojos ante esa información.

- ¿Solo estaba él? –Misao asintió y Kaoru cerró los ojos- Parece que Battousai se… se llevó el cuerpo.

- ¡¿Entonces Battousai si fue quien lo mató?! –Kaoru miró a su amiga con los ojos muy abiertos, mientras la chica parecía completamente emocionada con esa información- ¿Lo conociste? ¿Cómo es? ¿Es tan enclenque como decían? ¿Tiene el pelo de verdad rojo? ¿Es guapo? –La de ojos azules abrió y cerró la boca, sin saber que responder, y por suerte para ella, no tuvo que hacerlo, ya que la puerta se abrió y Kamiya-sama con Megumi aparecieron en el umbral.

- Misao, ve a practicar, nosotras tenemos que hablar con Kaoru.

- Si, Oka-san –Por el tono que Misao había empleado, no estaba feliz con la petición de la mujer, pero no la discutió. Se levantó del tatami y caminó fuera de la habitación, cerrado la puerta detrás de ella.

Kaoru se sentó mejor en el futon, tratando de verse lo más presentable posible, pero su cabello estaba hecho un desastre y seguramente se veía pálida y demacrada, por lo que se sintió avergonzada, estando frente a la persona más importante de la Okiya y la Geisha que más dinero aportaba a esta.

- Kaoru… Como bien sabrás, ya mucha gente se ha enterado del fallecimiento de Tomoe-san –Empezó a hablar Kamiya-sama, sentándose frente a ella, mientras Megumi hacia lo mismo- De modo que no solo hemos perdido una de las mejores Geisha de la  generación, sino que además, tú te has quedado sin hermana mayor.

Kaoru abrió mucho los ojos al caer en cuenta de eso ¡Era verdad! Con la muerte de Tomoe, ella se quedaba sin hermana mayor.

- Pero eres una bailarina talentosa y eres muy hermosa –Continuó Megumi- Por lo que no podemos simplemente dejar que tu potencial se pierda ante la muerte de tu hermana mayor. Tomoe-san te explicó todo lo que debías saber para entretener a los hombres, de modo que solo necesitas hacerte conocer antes de tu ceremonia de cambio de cuello*, por lo que yo tomaré su lugar como tu hermana mayor, llevándote a una que otra fiesta que se organice para que te conozcan mas.

- Ademas, con el fallecimiento de Tomoe-san, la deuda que tenias con ella, al enseñarte todo lo que sabe ha sido cancelada automáticamente, o por lo menos la acumulación que habría mientras más tiempo pasara, lo que en cierta forma es un alivio. Lo que no es un alivio, es que teníamos planeado tu ceremonia de Mizuage*,  pero debido a que yo nunca conocí a los clientes que estaban interesados en ti, no se a quien acudir. Pero Megumi se encargará de eso, no te preocupes.

- ¡Oka-san! –Megumi miró a Kamiya-sama escandalizada- ¿No podía comentarle eso en otro momento? –La mujer le dedicó una mirada de reojo, mientras Kaoru, con los ojos muy abiertos y sintiéndose completamente desorientada, miraba a la mujer como si de pronto le hubiese crecido un cuerno.

- Ella será una Geisha, Megumi. Tiene que aprender que, por encima de sus sentimientos, está el trabajo. Del mismo modo como no puede enamorarse, no puede tampoco dejarse vencer por este tipo de situaciones, así que levántate y prepárate para un nuevo día, Kaoru, saldrás esta noche con Megumi a alguna fiesta a donde haya sido invitada.

Y sin decir más, la mujer se levantó y salió de la habitación, dejando a las dos jóvenes solas, mientras la menor de las dos empezaba a sollozar.

Megumi le dedicó una triste mirada, sabiendo bien que aunque lo que Kamiya-sama decía era cruel, también era cierto, y Kaoru debía empezar a aceptar la realidad de las Geishas, aunque su jaula de oro estuviese mallugada.

Continuará.

Okobo: Son las sandalias que usan las aprendizas de Geisha, miden 10 centímetros de alto y tienen un pequeño cascabel que avisa con cada paso la llegada de una Meiko (Aprendiz de geisha)

Okiya: Casa de las Geisha, donde llegan las niñas (en su mayoría compradas) para ser entrenadas para convertirse en futuras geishas.

Gion: Uno de los distritos de geishas más famosos de Kioto, el otro se llama Pontoncho.

Danna: Es el 'dueño' de una Geisha. Este paga todos los gastos de la geisha, además de cierta cantidad de dinero para la Okiya, sin contar los cuantiosos regalos que ha de darle a su Geisha en buena fe. Normalmente estos hombres están casados ya.

Hitokiri: Son asesinos espadachines. En el fic los usaré para hablar de los asesinos del bando que está en contra del Shogunato

Shinsengumi: Son un grupo de espadachines asesinos que estaban a favor del Shogunato. Normalmente llevaban un Gi (Que sería como la parte de arriba del traje que suelen usar los espadachines) de color azul claro con blanco.

Obi: Es la 'faja' que llevan los kimonos. Comúnmente las Geishas suelen meter cosas pequeñas allí, como pañuelos, o potes de perfumes pequeños.

Oka-san: Es el nivel que tiene la dueña de una Okiya, la hija ya retirada de esta, pasa a ser la madre de la Okiya. Si la antigua dueña aun está viva, pasa a ser la 'abuela' y si hay otra Geisha retirada en la Okiya, pasa a ser la 'tía'

Ceremonia de cambio de cuello: Normalmente las aprendizas de Geisha llevan el cuello de la Yukata interna del kimono de color rojo. Cuando la aprendiza está preparada para ser una Geisha, el color de dicho cuello cambia a blanco.

Mizuage: Es la venta de la virginidad de una aprendiza.
Me gusta mucho este fic, pero no lo he terminado, por lo que no me atrevo a subirlo a Fanfiction ni otras paginas relacionadas, de modo que la subo a Deviantart, donde seguramente nadie lo leera (?)

Nombre del fic: La sucesora.
Tipo de fic: UA, sucede durante el Bakumatsu (Epoca de transición entre la era Tokugawa y la restauración Meiji)
Genero: Drama, Romance, Acción.
Raiting: Por lo menos este capitulo es para todas las edades (?).
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